Bajo qué valores decido vivir?
17 abril, 2023Siempre pensé que mi historia era simple, una vida relativamente tranquila, pero acercándome a mis 40, bueno ahora en mis 37, puedo decir que mucho ha pasado en estos años y estoy enormemente orgullosa de la mujer que soy y ansiosa por conocer la que está por llegar con el tiempo.
Nací en San José, Costa Rica, en una familia de clase media, un hermano mayor del que tengo pocos recuerdos y una dinámica familiar que aún me cuesta comprender, pero entiendo ahora que fue la que tenía que vivir en su momento y lo mejor que mis papás pudieron darme.
Tuve una adolescencia enormemente manchada por una inseguridad tras otra, una eterna necesidad por encajar y sentirme aceptada para llenar vacíos que había dejado mi niñez e historia de pequeña.
Mi alimentación durante mis primeros años y adolescencia no fue la mejor, incluso en la adolescencia comí toda la comida rápida, gaseosas y dulces que alguien podría comer, y no encuentro explicación de cómo sobreviví a esos años, aunque entiendo mis problemas de salud que siguieron después de eso.
Terminé el colegio sin saber bien qué quería estudiar, como siempre la inseguridad incluso en la toma de decisiones, lo que me llevó a probar la carrera de educación preescolar por mi gran amor por los niños (y ahora entiendo que fue algo que siempre estuvo en mí, que fui perdiendo al alejarme de mi energía femenina pero ahora lo siento de nuevo con muchísima fuerza). Trabajé un tiempo en un kinder y como no había algo que alimentara mi ego, me diera poder o reconocimiento, la joven Cata decidió estudiar periodismo y comunicación para escribir como siempre le había gustado hacer en su diario, pero esta vez encontrar visibilidad en los medios de comunicación.
Después de unos años trabajando en algo muy diferente al periodismo, el turismo, decidí entrar al gimnasio por problemas de salud (colitis, dólares de espalda, colesterol alto y dolores de cabeza). Fue ahí donde creo que por primera vez empecé a sumergirme en el mundo de la “salud”, entre comillas porque lo que más me llamaba la atención era la manera en la que la alimentación podía hacerme ver: como una modelo, como una actriz de novelas o una famosa.
Durante años iba a diario a clases de spinning, me devoraba libros de dietas (south beach, Atkins…) Y decidí ser mi propia rata de laboratorio y probar en mí cuánta dieta estuviera de moda.
En retrospectiva puedo ver que, aunque nunca consideré que hubiera desarrollado un desorden alimenticio porque nunca dejé de comer o me provoqué vómito, sí tenía una gran obsesión con la delgadez como señal de salud (pobre jovencita!) Y al mismo tiempo salía de fiesta, tomaba y fumaba. Que alguien me explique!
Cumpliendo mis 24 años tomé la decisión de estudiar nutrición clínica porque era el único tema que había en mi cabeza, lo único que hablaba y pensaba.
Me casé, muy joven! (Muy!), a mis 25 años y arrastré muchos más problemas de salud que aprendí que podía sanar con la alimentación. Me certifiqué en nutrición integrativa, conocí una mirada más alternativa de la alimentación y pude ir expandiendo mi visión en cuanto a la alimentación, tanto así que al día de hoy puedo decir que haber estudiado una licenciatura fue totalmente innecesario, pero ahora comprendo que tenía una mente muy escolarizada que sentía que un título me podía dar más.
En esta época, cerca del 2010, abrí mi página web cataploom.com como un blog para documentar mis aprendizajes y experiencias en la escuela de nutrición, y con los años este espacio personal se transformó en mi trabajo y poco a poco, con la ayuda de las redes sociales, me dio más visibilidad, más aceptación, todo eso que buscaba de adolescente. Funcionó? No! Incluso agrandó mis heridas y sumó muchísimo más peso a mi carga emocional, me distrajo y me llenó el ego, pero no tanto el corazón.
Di seminarios, impartí charlas, tuve mi práctica personal de nutrición y aún así, mi visión se la alimentación seguía bastante enfocada en una mentalidad de dieta y estética corporal, incluso lo seguía aprendiendo y reforzando en mis actualizaciones profesionales (disminuir carbohidratos, dejar el azúcar, satanizar y evadir).
Encontré una necesidad de atender específicamente mujeres. Me enamoré del ciclo menstrual, la fertilidad y la energía feminina. Me leí un libro tras otro, fui comprendiendo más sobre mi cuerpo y mis necesidades y quise llevar eso a mi consulta.
Me certifiqué como asesora de salud y alimentación femenina, me dediqué por varios años a ayudar a mujeres con sus ciclos, ovario poliquístico e infertilidad, entre otras cosas. Pero no fue sino hasta el año 2017, que para mí sorpresa (y la de mi esposo) había quedado embarazada, yo, la que no quería tener hijos porque me iban a quitar tiempo. Fue un golpe, un terremoto en mi vida. Para ese entonces vivíamos en Estados Unidos y estábamos por mudarnos a México. Tenía que encontrar la paz con lo que era inevitable: iba a ser mamá!
Unas semanas para digerir la noticia y en mi primer ultrasonido, vaya sorpresa, los latidos del bebé estaban muy bajos, tanto así que el médico me aseguró que tendría una pérdida del embarazo. Golpe! Golpe fuerte para quien llevaba años leyendo del tema, creyendo que lo sabía todo.
Nos mudamos a México y la pérdida de ese primer embarazo me hizo querer saber más, entender por qué y profundizar en lo que había pasado. Me cambió! Y a esa almita que me acompañó por 9 semanas, le estaré tan agradecida siempre, ella me trajo el recuerdo de una médico que había conocido en Estados Unidos, ella me guió hacia el trabajo del doctor Ray Peat, me mostró la importancia de mi metabolismo, aunque según yo ya la sabía y me enseñó a leer mi temperatura y mis pulsos, a sanar mi tiroides y atender mis hormonas.
Tuve que aprender a comer mejor, o mejor dicho a comer bien, poco a poco, dejando atrás tanta dieta que había hecho y reincorporando alimentos que por años había satanizado: lacteos, azúcares naturales, carnes rojas…poco a poco fui cambiando mi alimentación y con este despertar, decidimos buscar un embarazo, esta vez porque lo queríamos. Y así, rápido y sencillo, llegó mi segundo embarazo, era magia, me había sanado y yo había logrado un embarazo al porner intento.
Pero no tan rápido Cata! Ese segundo embarazo también se perdió a las 10 semanas. Otro golpe inesperado, otra vez mi ego pisoteado y mi corazón destruido.
Me sentí perdida, me empecé a cuestionar todo, no entendía nada. Qué había hecho por los últimos 15 años que no había funcionado? Qué alimentación tenía que llevar? Qué estilo de vida tenía que adoptar?
Esta segunda pérdida de embarazo vino también con la noticia de un posible cáncer de cuello de cérvix, otra noticia que me puso de rodillas, me había derrotado y a la vez me unió más a mi pareja que fue y es aún mi roble, mi apoyo, mi eterno compañero.
El cáncer había sido una falsa alarma y lo que había en mí eran pólipos, enormes y extraños para varios médicos que consultamos. Me extraje los pólipos y decidí, de una vez por todas comprender qué podía hacer y lo hice, todo a la vez.
Me sumergí en medicina china, acupuntura y quiropráctica. Retomé la meditación, dejé de hacer ejercicio intenso y corté con el eterno leer sobre dietas y nuevas tendencias en nutrición, conocí sobre medicinas alternativas y naturales, empecé terapia y entendí que por años, la mayor parte de mi vida, me había desconectado de mi esencia femenina, de mi energía de mujer y feminidad que clamaba por atención. Bajé el ritmo, retomé el baile, la suavidad y calma. Y así llegó mi tercer embarazo, esta vez para hacerme mamá en este plano de un niño hermoso. Mi arcoiris, mi angelito. Bruno.
Parí en casa con una pequeña complicación que me enseñó aún más, me catapultó hacia espacios de expansión inexplicables y me abrió la consciencia mucho más que cualquier viaje de piscodelia.
Mi maternidad me cambió, o podría decir que me cacheteó y me mostró quien soy, me hizo soltar capas, desnudarme en alma ante mí misma y ver y apreciar la grandeza que hay en mí, que soy.
Morí, renací y conecté con mi esencia. Me encontré, no en mi hijo, no en mi maternidad. En mí!
Y aunque nunca pensé que fuera a decir esto, la pandemia también fue una gran maestra, una etapa en mi vida que me hizo cuestionarme TODO, re aprender sobre la vida, poner en duda la “autoridad” y darme la oportunidad de confiar en mí sentir, ya con tiempo podría compartir mucho de este tema.
Y así llegó mi segundo hijo. Parto en casa, portal mágico que conectó dimensiones y me expandió y sigue haciéndolo todos los días. Gaspar, mi Rey mago, físico cuántico universal.
Y ahora aquí estoy. Tan orgullosa de mi viaje. Tan abierta a lo que viene y dispuesta a proclamar la maravillamaravilla de que es ser mujer, nuestro poder, nuestra fuerza.
No veo ahora la alimentación igual que antes. Jamás podría hacerlo, e incluso podría decir que no necesitamos se ningún nutricionista que nos diga qué comer, pero esto será tema para otro blog.
Ahora, no sé bien hacia dónde voy, pero he encontrado congruencia, una palabra con la que soñé durante toda mi vida y puedo decir que la encuentro en mí, en mi vida, y se siente MUY BIEN!
Gracias por leerme, gracias por pasar por aquí, espero seguir alimentando este espacio con ideas que dan vueltas por esta cabeza.
Nos leemos pronto!
*** Coméntame abajo, qué temas/ ideas de próximos posteos te gustaría leer/ver/escuchar por aquí? ***
3 Comments
Es hermoso leer tu historia y conocer un poco mas sobre ti. Llevo muchos años siguiendote por instagram y aunque eres mas joven que yo, me identifico con muchos de los temas sobre los que hablas, mas ahora que eres mama. Te felicito por retomar tu blog y seguir haciendo lo que llena tu alma.
¡Majestuoso regreso! Gracias Cata por brindarnos luz, a través de tu corazón y conocimiento. Se me conmovió el alma con este escrito, me refleje en mis momentos que me sentí pérdida, en una búsqueda inexplicable de encajar sin escucharme el poder de mi intuición. Gracias por nobleza, autenticidad y cariño por esta comunidad. Te apreciamos y valoramos enormemente.
Te sigo desde hace años, y ver tu evolución es maravilloso e inspirador! Gracias Cata por lo que das! Un abrazo